Si preguntáramos a todos y cada uno de los festivaleros que estos días pululan por las múltiples citas de nuestra geografía ibérica (véase BBK Live, Azkena, Low Cost, FIB, Arenal o Creamfields,…, sólo por citar algunas) que qué es eso de la sostenibilidad de un festival, bueno, no es que nos fueran a responder todos, pero lo que sí es cierto es que buena parte de los encuestados nos responderían que es «lo del medio ambiente y todo eso».
A priori, las cuestiones medioambientales de un evento suelen ser las que más atención reciben y las que más visibilidad suelen tener de cara al público. Pero hay otros parámetros igual de importantes para poder hacer que un evento (sea festival, convención, o lo que sea) ostente la categoría de sostenible. Y no lo digo sólo yo. En 2012, y coincidiendo con la celebración de los Juegos Olímpicos de Londres, una nueva norma internacional vió la luz tras meses de intenso trabajo. Esta norma internacional dejaba bien claro que, además las variables medioambientales también es necesario contemplar otros criterios más propios del ámbito de la responsabilidad social.
Nos estamos refiriendo al estándar ISO 20121:2012, en donde se establecen las directrices para implantar un sistema de gestión de la sostenibilidad en eventos, o lo que es lo mismo, cómo organizarse para conseguir eventos más sostenibles. Y es que, para conseguir un festival sostenible o un evento sostenible, amén de las consabidas variables medioambientales, se tienen que considerar otros aspectos tales como los intereses y los compromisos de sostenibilidad que se deben de adquirir con los grupos de interés, el legado del evento, la generación de impacto económico positivo para el entorno, la promoción de la vida saludable, accesibilidad a las personas y la inclusividad de grupos en riesgo de exclusión, por citar algunos aspectos destacados en esta norma.
Atención, lo realmente interesante de esta norma es que establece cómo debe ser el sistema de trabajo de un organizador de eventos para poder generar eventos más sostenibles, es decir, cómo debes organizarte para que, si sabes cómo, puedas garantizar que tu evento sea sostenible. Pero no te dice el cómo hacerlo, sino que te marca las directrices que tienes que cumplir.
¿Qué quiere decir esto?, pues que no esperes que den tips o consejos para ser más sostenible, eso te lo buscas tú en función de los impactos en la sostenibilidad de tus eventos y de tu know-how para poder resolverlos. Vendría a ser algo así como «te damos las herramientas y tu te las apañas para montar el mueble».
Por eso se hace necesario que personal experto, consultores o no, apoyen a los organizadores de eventos a poner en marcha esta norma ISO 20121 en sus organizaciones.
Pienso que en los próximos años asistiremos a dos grandes cambios en relación con todo esto que os cuento. De un lado veremos cómo el concepto de sostenibilidad aplicada a los eventos irá asociándose cada vez más a las múltiples variables que la norma ISO 20121 indica y, aunque de algún modo siempre prevalezcan las variables medioambientales como núcleo básico de un evento sostenible, los aspectos sociales, éticos y socioeconómicos irán cobrando más protagonismo en este concepto de sostenibilidad. Y esto lo iremos viendo cada vez más en los festivales sostenibles.
De otro lado, iremos despejando la incógnita sobre qué protagonismo tendrá la certificación ISO 20121 en el mundillo de los festivales y de los eventos sostenibles. Las administraciones públicas ya están dando toques de atención al respecto, y no me dejó de sorprender como un conocido ayuntamiento de la Comunidad de Madrid, en un concurso para la realización de un evento municipal, anunció en el pliego de condiciones que daba puntos por tener la ISO 20121. Sí, seguro que en el sector público iremos viendo como las administraciones se suben al carro de la sostenibilidad de la mano de ISO 20121, pero… y en el sector de los eventos MICE o de los festivales.
Eso, queridos lectores, me parece que será harina de otro costal.
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