El aprendizaje en el ser humano es algo intrínseco en nosotros desde que abrimos los ojos al mundo. Todos hemos aprendido a hablar correctamente, a atarnos los zapatos, a leer, a hacer la cama… hábitos sencillos y cotidianos que ninguno de nosotros recuerda cuándo y cómo aprendió exactamente pero que ya forman parte de nuestra personalidad. ¿Por qué debería ser distinto de otros hábitos como separar los residuos, cerrar un grifo o respetar el entorno cuando salimos al campo?
Si alguno de los que está leyendo estas líneas ha trabajado como educador ambiental coincidirá conmigo en que, aunque gratificante, es un trabajo agotador y a veces poco valorado. Muchas veces el educador ambiental es considerado el estudiante que para sacarse un dinero extra entretiene a los niños con juegos y canciones sobre animales.
Y es cierto que muchos pueden comenzar así sus primeros pinitos laborales, pero también es verdad que muchas personas eligen este campo profesional porque creen firmemente en la labor del Educador Ambiental como una parte más de la Educación y también del Medio Ambiente. A través de estas líneas quiero hacer un pequeño homenaje a todos los compañeros que trabajan en Educación Ambiental en asociaciones, ayuntamientos, empresas privadas, centros escolares, centros de interpretación y también a los que lo hacen de forma «aficionada» intentando inculcar buenos hábitos ambientales en los que tienen a su alrededor.
El perfil del Educador Ambiental es un poco todoterreno, como suele ocurrir con todo lo “ambiental”: uno debe ser sociable, imaginativo, paciente, creativo, un poco actor y también algo manitas. Hay que saber explotar los recursos (muchas veces limitados) de los que dispones haciendo que un guante y dos cartulinas se transformen en una marioneta de cigüeña, o que llevar los prismáticos un rato en una excursión sea un símbolo de estatus.
Y así a través de juegos, canciones, charlas, teatro, talleres, salidas al campo o experimentos científicos, se va sembrando poco a poco la semilla de la conciencia ambiental y las actitudes responsables tanto en niños como en adultos.
La importancia de llevar a cabo una labor educativa se puso por primera vez de manifiesto en la Cumbre de Estocolmo de 1972, desde entonces el concepto y la metodología en Educación Ambiental ha ido evolucionando junto con el propio concepto de Medio Ambiente y su percepción.
La Educación Ambiental se define como el proceso de aprendizaje y concienciación sobre el hecho de que nuestros recursos no son infinitos y que todas nuestras acciones tienen una repercusión en el Medio que nos rodea. Por tanto, como todo proceso educativo es mejor si empieza desde la infancia, y todavía mejor si se ve reforzado en las actitudes de las personas que los niños tienen como modelo.
Hoy 26 de Enero se celebra el día de la Educación Ambiental de forma “no oficial” debido a una iniciativa de diferentes ONGs. Por iniciativa del grupo NatuRED se está reivindicando la importancia de esta disciplina y la necesidad de incorporarla en el currículum escolar a través de la utilización del hashtag #educacionambiental en Twitter.
Muy interesante Beatriz. No somos conscientes de la importante labor que desarrollan (desarrolláis) los educadores inculcando buenas practicas ambientales tanto a la población infantil como a la adulta y de la tercera edad.
Bea, muy buena descripción la que haces de los Educadores Ambientales: profesionales muy preparados y convencidos de la importancia de inculcar buenos hábitos ambientales tanto a pequeños como a mayores.
Bonito homenaje para celebrar el día de hoy ;)
Me ha gustado mucho el artículo, Bea. Estoy de acuerdo en que es algo más que cantar 4 canciones con los niños como piensan muchos :).
Un abrazo!
Genial análisis, Beatriz.
Supongo que eres muy consciente de ello pero creo que tu etapa como Educadora Ambiental ha servido para desarrollar multitud de habilidades que a día de hoy enriquecen tu perfil y el de este equipo con el que trabajas.
Un privilegio poder contar con todas ellas aquí.
Bea… cuanta razón tienes cuando dices que el educador es un «todo terreno».
Yo, sientiéndome también identificado, me apetece hacer una enorme crítica al «sistema educativo ambiental» y es que, a diferencia de cualquier sistema educativo, no nos enseñan sino que NOS ADIESTRAN. Y creo que eso es un fallo gordo en la sociedad. La educación no sólo consiste en decirte qué hacer. También decirte por qué hacerlo de esa manera. Y pongo un ejemplo claro. El reciclaje. Nos ADIESTRAN para separar en contenedor amarillo, verde y azul. Pero… ¿alguien explica la logica del material a reciclar y por qué tiene que ir a ese contenedor?. Los bolígrafos de mi estuche no son materia orgánica, tampoco son cartón y tampoco son envases. Así que… ¿donde los tiro?. Lo mismo pasa con mi muñeco Buzz Light Year, con una bombilla, un DVD, mi cepillo de dientes o un sobre de papel burbuja.
Creo que antes de educar hay que formar, porque aunque parezca que no son dos palabras diferentes.
Gracias por el homenaje con el que me siento identificado :-D
Hola Bea! Gracias por este pequeño homenaje a todos los que trabajamos de alguna manera en la EA. Por otro lado, a nosotros, desde aquí (un rinconcito llamado «la Quinta») nos encanta ver como sigues «al pie del cañón».
Besos.
Gracias a todos por vuestros comentarios. Me ha hecho mucha ilusión la acogida de este blog en el que me estrenaba con una visión más personal. Todos los que nos dedicamos al Medio Ambiente llevamos un Educador ambiental dentro así que no nos queda otra que ejercer. Un saludo a todos ;)