Castilla y León, Navarra, y La Rioja son las Comunidades Autónomas con mayor superficie forestal certificada en España, donde existen casi 28 millones de hectáreas de bosque, según datos de la Asociación para la Certificación Española Forestal (PEFC)
Esta certificación garantiza que las prácticas de gestión de los bosques cumplan unas normas mínimas de sostenibilidad, ayuda a luchar contra la tala ilegal y abarca todo tipo de repercusiones ecológicas, económicas y sociales para este tipo de actividades.
Con la colaboración de propietarios y empresas del sector, el sistema PEFC constituye el más implantado en el mundo y, al cierre de 2015, había certificado más de 267 millones de hectáreas en países de América del Norte (59 %), Europa (31 %), Oceanía (4 %), Asia (4 %) y América del Sur (2 %).
En el caso de España, donde la sección nacional de esta organización comenzó a actuar en 1999, el 10 % de las zonas boscosas han sido ya avaladas aunque con distinta intensidad según CC.AA., de acuerdo con un estudio cerrado a 1 de julio de este año.
CC.AA. con mayor extensión de bosque certificado
Navarra es la región mejor certificada, con cerca del 60 % -casi 260.000 hectáreas- de su territorio y el apoyo de 419 gestores; le sigue La Rioja, con un 45 % -más de 71.000 hectáreas- y 2 gestores.
Castilla y León es la tercera por porcentaje, con un 25 %, pero la primera por número de hectáreas, ya que el informe registra casi 700.000 hectáreas y 692 gestores.
Galicia, que cuenta con el mayor número de propietarios comprometidos -más de 15.000 gestores-, País Vasco y Cataluña son comunidades autónomas que “están creciendo muy deprisa en los últimos tiempos” según ha revelado la secretaria general de PEFC en España, la ingeniera forestal Ana Belén Noriega, mientras que Madrid y Murcia son las únicas que aún no se han estrenado en este programa.
Vegetación más común
Los árboles más comunes en la superficie española certificada son pinos (50 %), hayas y robles (12 % cada uno), eucaliptos (6 %), encinas y alcornoques (4 % cada uno).
“Aún queda mucho por hacer”, advierte Noriega, porque “los bosques en general están desprotegidos”pese a sus múltiples funciones, como salvaguarda de biodiversidad o garantía de preservación de calidad del aire y el agua.
Principales peligros
Entre los principales peligros para la superficie forestal destacan los incendios, contra los que “debería impulsarse políticas que incentiven la concienciación de las poblaciones próximas, para evitar la desafección” y el cultivo de una imagen de “lugares que acarrean problemas”.
Por ello es “fundamental recuperar las actividades tradicionales, que fomentan una interacción elevada con la naturaleza” y promueven aspectos sociales y económicos, “las otras dos patas de la sostenibilidad junto con la medioambiental”.
Otro problema importante son plagas como la seca, enfermedad que afecta a encinas y alcornoques, si bien “pueden ser paliadas a través de una silvicultura adaptativa, dado que no es posible evitar la propia evolución natural”.
La certificación de excelencia en el cuidado de los bosques ayuda a combatir riesgos como éstos, aunque para obtenerla es preciso cumplir una serie “no complicada, sí rigurosa” de criterios que incluye indicadores ecológicos, sociales y culturales.
Además de la madera, los bosques también comercializan corcho, setas, trufas, piñones, castañas, frutos del bosque, espárragos, entre otros productos.
Costes y aprovechamiento
Además, los costes “son bajos en la mayoría de las ocasiones, porque se hacen de forma colectiva, pero muchas veces no es fácil convencer a los dueños de las tierras”, si bien esta labor corresponde según Noriega a la Confederación de Organizaciones de Silvicultores de España.
Este organismo, que actúa en asociaciones autonómicas y provinciales, ayuda al propietario forestal, quien “en muchos casos no se dedica al sector directamente, sino que lo explota como una renta secundaria”.
Además de la madera, su rendimiento más obvio, las zonas boscosas comercializan corcho, setas, trufas, piñones, castañas, frutos del bosque, espárragos, miel, cerdo ibérico o resina, entre otros productos.
Fuente: Efeverde
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