El concepto de patrimonio se ha ampliado durante los últimos años por cuestiones relativas a las artes y tradiciones populares, la arquitectura urbana e industrial, y también, por la aportación de los paisajes culturales.
Estos rasgos no apreciados hasta ahora conllevan una dimensión estética y cultural que afecta especialmente al paisaje. El patrimonio se ha convertido en un fenómeno de impacto creciente en la sociedad, que ha permitido poner en valor las señas de identidad, las prácticas colectivas y la memoria del lugar. Lo que ha sido una oportunidad para el desarrollo económico de los grupos sociales, con una combinación de elementos de historia, simbolismo y funcionalidad que le hacen ser un factor de creación de riqueza y bienestar.
El término «Paisaje Cultural» comprende una gran variedad de manifestaciones de la interacción entre la humanidad y su entorno natural, mencionadas en el artículo 1º de la Convención de Patrimonio Mundial de la Unesco. “Ilustran la evolución de la sociedad y de los asentamientos humanos a lo largo de los años, bajo la influencia de las limitaciones y/o de las ventajas que presenta el entorno natural y de fuerzas sociales, económicas y culturales sucesivas, internas y externas«.
Los paisajes culturales reflejan a menudo técnicas concretas de utilización viable de las tierras, habida cuenta de las características y los límites del entorno natural en el que están establecidos, así como una relación específica con el medio geográfico y la naturaleza.
Así, el Anexo 3 (Párrafo 9) de las Directrices Prácticas para la Aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial señala que: “La protección de los paisajes culturales puede contribuir a las técnicas modernas de utilización viable de las tierras, conservando al mismo tiempo, o realzando, los valores naturales del paisaje. La existencia duradera de formas tradicionales de explotación de la tierra sustenta la diversidad biológica en numerosas regiones del mundo. Por consiguiente, la protección de los paisajes culturales tradicionales es útil para mantener la diversidad biológica”.
Dentro de las categorías establecidas de paisajes culturales; los paisajes agrarios en sus múltiples formas, adaptaciones y contextos de intereses y cultura una coexistencia armoniosa con el medio que deja entrever un puente entre la dimensión pasada, presente y futura de los bienes culturales, que refleja claramente las actuales tendencias de la teoría del patrimonio.
Es un hecho que con el paso del tiempo se ha producido una homogeneización paisajística, por uniformización técnica, que, sin embargo, no ha impedido el mantenimiento de paisajes distintos y dispares, unos vivos, otros que han acabado despareciendo y sólo perviven en el recuerdo, representados en las obras de arte o cantados y evocados por el pueblo (Molinero y Tort, 2011).
No obstante, todavía hay paisajes agrarios que siguen resistiendo a las fuerzas de cambios y son vivos ejemplos de la sabia adaptación ecología al medio y quedan cuenta de un modo de vida; como es el caso de La Geria de Lanzarote (España), un espacio único del cultivo de la vid en arenas volcánicas. Entre 1730 y 1736 tuvieron lugar distintas explosiones en Timanfaya (Lanzarote) que recubrieron de piroclastos finos -ceniza volcánica – una gran extensión de terreno que actualmente se conoce como La Geria. Es un lugar único en el mundo, donde el ingenio de los antiguos pobladores hizo posible la agricultura, creando un espectacular paisaje.
Sin embargo, la rentabilidad de esta peculiar plantación en hoyos excavados en la arena volcánica (también llamada picón), protegida del viento dominante por un muro de piedra -soco-, es negativa. Una situación que ha puesto en peligro esta área protegida; en los últimos tiempos se han abandonado algunas fincas o se ha transformado el cultivo en zanjas -hileras de piedra en línea recta- para utilizar medios mecánicos en vez de burro o camello, y conseguir mayor producción por hectárea. Asimismo, la extracción ilegal del picón para jardines de los hoteles y la especulación del territorio han sido una práctica demasiado habitual en esta zona protegida.
Es un hecho que la supervivencia de este frágil y pequeño paisaje agrario pasa por desarrollar propuestas económicas que faciliten la preservación de esta forma de cultivo artesanal y respetuosa con su entorno natural bajo el objetivo de hacerlo sostenible en el tiempo, apostando para ello por la revaloración de la actividad vitivinícola, la innovación en el sector primario y la unión estratégica con el turismo activo como motores de revitalización del paisaje.
En esa línea el Cabildo de Lanzarote viene desarrollando desde 2013 el proyecto “Salvar La Geria” estrategia que implica al sector agrario, turístico y cultural en la recuperación y explotación sostenible de este espacio protegido. El Plan de Revitalización del Espacio Agroecológico de La Geria persigue la sostenibilidad económica, cultural, medioambiental y turística de este paisaje, a través del enoturismo, el senderismo, la recuperación de espacios agrícolas degradados y la puesta en valor de senderos tradicionales, entre otras acciones (ver: http://goo.gl/MjJ8c9 ).
Una de las últimas acciones que ha emprendido el Cabildo, para fomentar la información, interpretación y divulgación de los valores de este paisaje natural, es crear la aplicación para móviles “La Geria”. La aplicación contiene mapas de las rutas y fotografías. Se divide en cuatro apartados: uno dedicado a la historia de La Geria, otro donde se detallan las bodegas del lugar, un tercero donde se describen y localizan vía GPS las seis rutas ecoturísticas y otro denominado ‘ajustes’ donde se explica el proyecto ‘Salvar La Geria’ entre otros aspectos (app: http://goo.gl/NA0QpJ )
BIBLIOGRAFÍA
Molinero, F.; Tort, J. 2011. Los Paisajes agrarios de España: Caracterización, evolución y tipificación. Madrid: Ministerio de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino, Centro de Publicaciones, 603 p.
Gonzalo de la Fuente colabora con el Instituto Superior del Medio Ambiente como docente de los cursos: Turismo y desarrollo sostenible y Paisaje e intervención ambiental
Esperemos que no pierda su esencia este importante sitio. Me recuerda a un sitio en Sonora, México, donde los nativos realizaron «muretes» de piedra sobre el cerro, pero con fines distintos, hoy el lugar conserva los que se conoce como «trincheras». saludos.