Hablar de naturaleza es hablar de muchas, muchísimas cosas: podríamos hablar de fauna, de flora, de ecología, de ecosistemas, de desarrollo sostenible o, incluso, de economía verde y circular. Pero hoy os voy a contar las raíces de mi pasión por los espacios naturales protegidos.
Valiosos a muchos niveles
Los espacios naturales protegidos son una parte fundamental de las estrategias de conservación a nivel mundial. Pero esa es tan sólo una de sus múltiples funciones.
El tema va más allá de la mera conservación del entorno con fines científicos o estéticos. Así que voy a desgranarte algunos de los principales valores que aportan los espacios naturales protegidos para que seas consciente de su importancia y puedas tener la imagen completa, a vista de pájaro.
1. Protección de la fauna y flora.
Cuando hablamos de espacios naturales protegidos, esto es lo primero que nos viene a la cabeza. Pero la cosa va muchos más allá
Cuando proteges una especie, no sólo la estás preservando a ella, sino también a todo el ecosistema que la alberga y al resto de especies que lo habitan. De ahí la importancia de especies paragüas, que tengan calado social y permitan mantener todo el entorno y los ecosistemas en los que participan.
Cuando conservamos una zona estamos preservando y manteniendo en el tiempo un enorme caudal genético por explorar. Y está reserva genética es valiosísima tanto en términos de protección de las especies como de biomedicina.
Por un lado, tener una nueva reserva genética nos puede ayudar a preservar especie altamente amenazadas, a través de programas de cría ex-situ o incluso, en un futuro, a través de la genética y la clonación.
Pero este fondo genético podría también estar albergando la cura de alguna enfermedad, el secreto para mejorar la regeneración de nuestros tejidos o la clave para aumentar nuestra longevidad. Sólo hay que echar un vistazo a nuestra botica o a cualquier farmacia cercana para descubrir que la mayor parte de los principios activos de los medicamentos proceden originalmente de la actividad de algún ser vivo. Por tanto, quién sabe cuántas sorpresas puede depararnos aún nuestra fauna y nuestra flora en nuestra eterna lucha contra las enfermedades. Y si dejamos que desaparezca, que se extinga, podríamos perder estas oportunidades para siempre.
Por último, una adecuada estrategia a la hora de organizar y situar un espacio natural protegido puede permitir la creación de auténticos corredores biológicos que permitan la interconexión de distintas áreas protegidas, que pasarían de ser frágiles islas de conservación, muy expuestas a agentes externos, a formar parte de un sistema complejo, extenso y resiliente. Algo mucho más natural y cercano a la realidad de nuestro planeta.
2. Naturaleza y salud.
Cada vez más estudios señalan el importantísimo papel que la naturaleza tiene en nuestro desarrollo personal y biológico. Se ha demostrado que la presencia de zonas verdes y el poder escuchar el canto de los pájaros en los barrios urbanos disminuye la incidencia de trastornos mentales leves, como la depresión.
Históricamente, muchos hospitales tenían jardines terapéuticos como elemento favorecedor de la recuperación de sus pacientes. Y no fue hasta finales del siglo XIX que se comenzaron a eliminar en favor de un incipiente interés por la asepsia. Actualmente, apoyados por nuevos estudios, son cada vez más hospitales quienes incluyen «jardines terapéuticos» en sus instalaciones.
3. Conectando con nosotros mismos y desconectando del mundo.
En este mundo globalizado e hiperconectado, donde el móvil nos acerca a los que están fuera, pero nos aislada de nuestro alrededor, ser capaces de reconectar con nuestras raíces naturales es algo fundamental.
Y los ENP son lugares privilegiados para ello. Cuando llegamos a algún espacio natural y comenzamos a descubrir sus maravillas, podemos sentir que formamos parte de algo mucho más grande, somos capaces de situarnos, aunque sea por unos instantes, en el mundo natural al que pertenecemos. Unos lo experimentamos de forma muy intensa y para otros es sólo una sensación fugaz, pero nadie permanece ajeno a ella.
Vivimos en un mundo de tecnología, de inmediatez, de información. Estamos permanentemente bombardeados de información que nos satura y acapara toda nuestra atención. Ya apenas tenemos tiempo de salir a pasear sin ningún objetivo específico, casi hemos olvidado cómo reencontrarnos con nosotros mismos.
Sin embargo, cuando estamos en un espacio natural, remoto, desconocido, donde apenas hay cobertura, no nos queda más remedio que prestar atención a nuestro entorno. Y es imposible no sentir la grandeza de la naturaleza, no sentirse parte de un todo mucho mayor que nosotros. Y darse cuenta de que todo, absolutamente todo, está interconectado.
Quizás sea éste uno de los principales valores de los Espacios Naturales Protegidos hoy en día, y uno de los más solicitados por el visitante, deseoso de volver a formar parte de la naturaleza durante unos instantes al menos, desconectar del mundo para conectar con nuestro entorno y con nuestro propio ser.
4. Ocio.
Este es uno de los principales valores que tienen los ENP y probablemente el más desarrollado y conocido.
Como te comentaba más arriba, el turismo de naturaleza, entendido de forma global, está sufriendo un crecimiento continuado en las últimas décadas. En una sociedad cada vez más concienciada y comprometida con el medio ambiente ha ido surgiendo la necesidad de volver a entrar en contacto con la naturaleza.
La mayor formación educativa y el desarrollo y democratización de la tecnología y el conocimiento han creado un perfil de turista medio mucho más informado y esto ha permitido el nacimiento y desarrollo de nuevos sectores turísticos, que han pasado de ir enfocados a un público especializado y minoritario a ser cada vez más demandados en los turoperadores. Algunos de estos sectores en alza y que pueden realizarse en los ENP son:
- El turismo activo y de aventura: el turista viene a disfrutar de forma física e intensa de actividades en la naturaleza de carácter deportivo.
- El ecoturismo: el principal objetivo del ecoturista es la contemplación y el disfrute de la naturaleza, intentando ejercer el mínimo impacto posible con su presencia.
- El turismo científico: tiene una finalidad fundamentalmente formativa, adquiriendo conocimientos especializados sobre fauna, flora, ecología, astronomía, geología…
- El turismo gastronómico: aunque no es algo específicamente relacionado con el turismo de naturaleza y los ENP, estos lugares son muy apropiados a la hora de promocionar los productos y elaboraciones artesanales típicas de la zona y muy apreciadas por el turista de fuera, tanto nacional como internacional.
Por tanto, el valor de estos lugares como formas de ocio alternativas, sanas y respetuosas con el medio ambiente es elevadísimo. Y, además, complementa y se interrelaciona íntimamente con otros elementos de esta lista.
5. Educación ambiental
Los ENP son un espacio privilegiado para establecer una potente estrategia de educación ambiental. Se trata de auténticas aulas y laboratorios fuera de ciudades y pueblos, que permiten a los participantes sentir, vivir, entrar en contacto y disfrutar de la naturaleza.
Y es que no se puede amar y conservar aquello que no se conoce. Por esto mismo, los ENP mantienen un papel fundamental como herramientas para crear esa conciencia ambiental tan necesaria hoy en día y como motor de ese desarrollo sostenible ideal al que debemos seguir aspirando.
6. El valor económico.
Los espacios naturales protegidos también poseen un elevado interés económico, aunque la gente los asocia casi exclusivamente a necesarias restricciones legales en cuanto al uso racional y sostenible de los recursos.
Pero no lo digo yo, lo dice la Unión Europea, que uno de los informes de la Comisión en 2013 valoró el aporte económico que hacían los espacios naturales que conforman la Red Natura 2000 entre 200 y 300 mil millones de euros al año. Una auténtica barbaridad que el común de los mortales apenas sí podemos imaginar.
¿Y cómo aportan dinero las áreas naturales protegidas? Pues de muy diversas fuentes. Y es que un área natural protegida puede ser un fantástico dinamizador de la economía local de una zona. Porque, aunque existen esas restricciones que comentaba unos párrafos más arriba, ni son tantas, no son tan restrictivas ni se aplican por igual en toda el área que abarca el espacio natural. Pero es que la declaración de Espacio Natural Protegido abre nuevas vías de desarrollo y de negocio compatibles con la conservación y el manejo del ENP.
La primera que nos viene a la mente, sin duda. Un área natural protegida, cuando tiene una buena campaña de comunicación y es capaz de trasladar valores al público, es un potente imán de del turismo.
España siempre ha sido una potencia mundial a nivel turístico, gracias a su clima benigno, su deliciosa y sana gastronomía, un importantísimo y variado legado cultural e histórico y sus maravillosas playas. Pero también se trata de uno de los países más biodiversos de Europa y uno de los primeros destinos mundiales en lo que al turismo ornitológico (o birdwatching, en la lengua de Shakespeare) se refiere.
Porque el turismo de naturaleza, que abarca áreas como el birdwatching, en turismo activo o de aventura, el turismo científico o el ecoturismo, es un sector en alza, que ha ido creciendo año tras año la última década y que mueve a millones de personas. Y millones de euros.
Por poner un pequeño ejemplo, sólo en Estados Unidos, el birdwatching conlleva cada año unos ingresos de 41.000 millones de euros, de los cuales unos 26.000 es en concepto de material técnico y el resto en viajes, alojamiento y manutención. No me dirás qué no es una buena oportunidad de negocio. Y sólo estamos hablando de la observación de aves…
Esto lleva a que todo el tejido económico local comienza a desarrollarse: negocios hoteleros y de restauración, nuevas empresas relacionadas con el turismo de naturaleza y la interpretación de los valores naturales… Un sinfín de posibilidades que permite atraer a la gente de vuelta al entorno rural y mantener a las que aún permanecen en el lugar.
Pero la presencia de turistas también ayuda a dinamizar las economías locales mediante la venta de productos locales, tanto artesanos como gastronómicos, que pueden llegar a convertirse en iconos del ENP. De este modo, pueden retomarse usos y costumbres tradicionales, y el folclore tradicional viene a florecer, pudiendo mantenerse la identidad cultural de la zona.
Resumiendo
Como has podido ver, la naturaleza es valiosa a muchos niveles. Y el económico no es el menos importante, pero tampoco es el único.
La naturaleza merece ser conservada por nosotros, por nuestros hijos y porque es un valor en sí misma. Un recurso importante que nos hace ser más y mejor humanos. Apartarnos de ella nos desnaturaliza, nos aleja de quiénes somos, de nuestro lugar en el mundo.
Pero perder esta biodiversidad también tiene un coste económico: el desequilibrio de los ecosistemas desemboca en la aparición de graves problemas, como la irrupción de enfermedades, plagas, sobrecarga de ciertos grupos por encima de la capacidad de campo del ecosistema… Y todo ello se traduce en enormes y millonarias pérdidas económicas.
Por tanto, tanto si sabemos apreciar su inmenso valor como si tenemos una mentalidad meramente mercantilista, proteger la naturaleza nos favorece a todos. Y para ello, los ENP son una de las mejores herramientas que tienen los gobiernos para conservarla, tanto de forma directa como a través de la educación ambiental que se realiza en estos lugares.
Espero que la próxima vez que vaya a un Espacio Natural Protegidos sepas mirar con otros ojos y aprendas a apreciar el enorme valor que encierran.
Si te interesan los espacios protegidos, cómo se gestionan y qué otros beneficios tienen estas figuras de protección de la naturaleza, te recomendamos consultar los cursos Especialista en Protección y Gestión de Espacios Naturales y Gestión de Espacios Naturales Protegidos en los que participa como tutor Nacho García.
Deja tu comentario