Según las estadísticas, cuatro de cada cinco empresas que se crean, desaparecen antes de los cinco años; o incluso antes de tres años, según la fuente que se tome para ello. Lo relevante no es el dato exacto, sino que esto refleja una realidad: si emprender no es especialmente sencillo, sobrevivir después es mucho más difícil.
¿Cuál es la principal causa?
Debemos obviar los factores extrínsecos a la propia actividad o negocio, como son la coyuntura económica, la situación del sector, la escasez de financiación, la morosidad, la suerte, etc por una razón sencilla: no depende de nosotros su evolución, y no podemos influir de un modo directo en su mejoría.
Por lo tanto, hemos de ahondar en los factores intrínsecos del propio negocio o actividad, pues es donde podemos actuar para mejorar el resultado. Dentro de estos, resulta patente que la falta de preparación técnica no es una explicación, puesto que la mayor parte de las personas que emprende actualmente tiene estudios superiores; tampoco existe una falta de empuje, pues precisamente son aquellos que emprenden quienes más están dispuestos a esforzarse… y no olvidemos que están arriesgando su tiempo y patrimonio, lo que ayuda a no cejar en el empeño. Entonces ¿por dónde vienen los tiros?
En mi opinión, uno de los factores clave es saber gestionar proyectos, algo que es mitad habilidad (por aquello de que hay personas proclives por su estructura cerebral) y mitad capacidad (puesto que también se puede adquirir). Considero muy interesante el hecho de que se puede adquirir, lo que se hace mediante la formación y la experiencia (no únicamente mediante una de ellas, es imprescindible ambas), por lo que a medida que cumplimos años y adquirimos experiencia, nuestra capacidad para gestionar proyectos aumenta, sobre todo si se dispone de una base sólida. Este es el motivo por el que muchos profesionales que son técnicos muy especializados, conforme avanza su carrera profesional cambian hacia puestos de gestión como dirigir equipos, proyectos, departamentos o empresas.
Lo cierto es que la mayoría de los retos profesionales, y también de los personales, puede enfocarse bajo la óptica de la gestión de un proyecto para el que se pretende un resultado final, a alcanzar en un momento determinado. De hecho, hacerlo así mejora sustancialmente las posibilidades de éxito para alcanzar ese reto: si identificamos las tareas y acciones en que se descompone, trazamos su cronograma, optimizamos el uso de recursos y valoramos y evitamos los riesgos, es mucho más probable que todo marche por donde deseamos.
En AmbiNor algo sabemos de esto: lo hemos aplicado a más de 1.000 proyectos y llevamos casi 12 años haciéndolo. Inicialmente nos formamos para ello, pero también hemos aprendido mucho mediante la mejora continua del ensayo-error. Por eso, a través del Instituto Superior de Medio Ambiente, os invitamos a ampliar vuestros conocimientos en la materia. Para ello proponemos el Consultoría Ambiental: Organización y Gestión de Actividades.
Al fin y al cabo, como reza el titular de este post, puestos a dirigir proyectos, empresas o emprender, mucho mejor que sea con garantías
Ambinor colabora con el Instituto Superior del Medio Ambiente en los cursos Consultoría Ambiental: Organización y Gestión de Actividades y Dirección Ambiental de Obra
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